de autor anónimo.
Un “bobo”, después de dejar tuerto a un conciudadano carnicero (aunque de nada le iba a servir el ojo porque lo que de verdad ha hecho, el bobalicón… “no tan bobo como aparenta”, ha sido mandarlo al mismísimo infierno) con la Ley tras él, se mete, de la mano de “un socio” valenciano, a hurtador de capas (“carterismo del Siglo de Oro”); y ¡por Cristo!, que en un “mírame, no me mires”, sale licenciado de la “universidad de la vida”, como el rey del mismo Caco y de todos los ladrones del universo.